Turismo cultural en sinergia con el territorio

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Turismo cultural en sinergia con el territorio

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Resumen

El presente artículo constituye una aproximación a la relación existente entre el turismo cultural y el territorio. Se estructura a partir de dos ejes fundamentales: en el primero se define conceptualmente el turismo cultural y se aborda su complejidad como fenómeno económico, social, cultural, educativo y político con incidencia medioambiental. En el segundo se valora el concepto de territorio y se analiza el carácter territorial del turismo cultural, profundizando en su potencialidad para modelar el desarrollo local.

Palabras calve: Territorio, turismo, patrimonio, identidad, cultura.

Introducción

En diciembre de 2018 se desarrolló en Estambul la tercera “Conferencia sobre el Turismo Cultural” organizada, conjuntamente, por la Organización Mundial del Turismo (OMT) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En la primera reunión de trabajo del evento se reconoció el «potencial del turismo cultural para ayudar a las ciudades a convertirse en entornos y destinos más sostenibles y creativos» y se llegó al acuerdo «que los sectores, creativo y cultural pueden fortalecer el turismo cultural y proporcionar innovación en el mismo, al forjar vínculos que conviertan el turismo en una herramienta para salvaguardar el patrimonio cultural tangible e intangible» (OMT, 2018)

El acuerdo evidenció la necesidad de crear alianzas estratégicas entre los sectores cultura y turismo cultural con el objetivo de lograr sinergias que garanticen la puesta en común de esfuerzos encaminados a maximizar los recursos económicos, sociales, culturales, naturales y patrimoniales presentes en el territorio.

Desarrollo
El turismo cultural desempeña una función medular en la conservación y difusión de la cultura y el patrimonio cultural de cada territorio y en ese sentido es imprescindible lograr un equilibrio entre estos tres elementos (patrimonio, turismo y cultura) con la finalidad de cambiar el paradigma en el cual el turismo se valora como una actividad preferentemente económica.

La idea anterior justifica la necesidad de buscar estrategias encaminadas a promover el desarrollo del turismo cultural, no solamente como motor económico, sino también como preservador de los valores, tradiciones y creencias del territorio.

Al referirse a la función que puede desempeñar el turismo cultural en el territorio, la investigadora Claudia Toselli, (Toselli, 2006) subraya lo siguiente:

  • «Revitaliza el interés de los habitantes por su cultura, expresada a través de sus costumbres, artesanías, folclore, fiestas, gastronomía, tradiciones, así como en la protección del patrimonio arquitectónico y artístico.
  • Fortalece el desarrollo de políticas y programas conjuntos entre el sector turístico y cultural.Genera recursos para el mantenimiento, protección y mejora de los sitios de patrimonio.
  • Promueve la comprensión y entendimiento entre los pueblos, a partir de un conocimiento más profundo de la comunidad anfitriona por parte de los visitantes, y viceversa […]»

La valoración anterior justifica la necesidad de abordar el concepto de turismo cultural con la finalidad de comprender sus dimensiones y alcance en el contexto internacional, nacional y local.

Concepto de turismo cultural

La primera definición sobre turismo cultural, a nivel internacional, fue formulada por la UNESCO en 1976. Para esta institución de Naciones Unidas el turismo cultural «es aquella forma de turismo que tiene por objeto, entre otros fines, el conocimiento de monumentos y sitios históricos/artísticos. Ejerce un efecto realmente positivo sobre estos en tanto en cuanto contribuye – para satisfacer sus propios fines – a su mantenimiento y protección. Esta forma de turismo justifica, de hecho, los esfuerzos que tal mantenimiento y protección exigen de la comunidad humana, debido a los beneficios socioculturales y económicos que comporta para toda la población implicada» (UNESCO, 1976)

En la definición antepuesta se reconoce que el elemento diferenciador entre esta tipología turística y el turismo radica en la manera de acercarse a la cultura y al patrimonio, conectando con el pasado y aportando los elementos necesarios para su comprensión y protección.

Motivada por el auge alcanzado por esta tipología turística la OMT formula, en 1995 su definición, considerando el turismo cultural como «todos los movimientos de las personas para satisfacer la necesidad humana de diversidad, orientados a elevar el nivel cultural del individuo, facilitando nuevos conocimientos, experiencias y encuentros» OMT citada por (Perelló y Morére, 2013)

En el enunciado se enfatiza en dos aspectos bastante consensuados entre los profesionales que se ocupan del tema y son los referidos al movimiento de las personas y a la motivación del viaje.

En igual dirección el profesor Greg Richards, citado por (Bauzá, 2014) reconoce el turismo cultural como «todos los movimientos de personas con destino a atractivos culturales concretos, como sitios de interés patrimonial, manifestaciones artísticas y culturales, exposiciones de arte y teatro, en ciudades ubicadas en países que no son su lugar habitual de residencia»

Richards refuerza la tesis de la OMT al considerar que la motivación de los turistas culturales que se mueven desde su lugar de residencia habitual hacia otro no habitual es porque valoran los atractivos culturales. En la definición se parte de un concepto de cultura que trasciende lo puramente artístico y literario.

En su análisis sobre este tema la investigadora Francisca Hernández, (Hernández, 2015) destaca que el turismo cultural es «el desplazamiento temporal, cuya motivación principal es ampliar horizontes, buscar conocimiento y emociones a través del descubrimiento de un patrimonio y de su territorio. […] es una práctica cultural que requiere un desplazamiento»

Hernández expone un elemento que aunque aparece de manera implícita en las definiciones enunciadas no se encuentra de forma explícita. Este elemento es el territorio, que tiene un estrecho vínculo con el turismo cultural.

Turismo cultural
Ejes transversales del turismo cultural

Complejidad del turismo cultural

Por su naturaleza, el turismo cultural es una actividad económica, social, cultural, política y educativa, con incidencia medioambiental. Esta característica lo convierte en un sistema complejo que durante su ejecución actúa sobre el territorio a través de los siguientes ejes transversales:

Económico: favorece la creación de nuevas empresas, amplia las oportunidades de negocios, incentiva la generación de empleo, estimula la innovación y el desarrollo tecnológico, contribuye a los ingresos públicos y privados, etc.

Cultural: los turistas culturales se desplazan de su lugar de residencia habitual hacia otro lugar (no habitual) motivados por atractivos vinculados a la cultura y al patrimonio del destino. En este espacio se materializa el contacto entre el turista y la comunidad receptora, se establecen relaciones sociales, se crean vínculos afectivos y se produce un intercambio de información y conocimientos que es cultural.

Social: el turismo cultural es un factor de transformación social que dinamiza el intercambio intercultural entre el turista y la población receptora, estimula la socialización de conocimientos, favorece la creación de empleo, la puesta en valor del patrimonio y el reforzamiento de la identidad cultural territorial.

Sostenible: la valoración de la sostenibilidad en el ámbito del turismo queda reconocida al declararse 2017 como “Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”

La OMT, (OMT, 2017) define el turismo sostenible como «el turismo que tiene plenamente en cuenta las repercusiones actuales y futuras, económicas, sociales y medioambientales para satisfacer las necesidades de los visitantes, de la industria, del entorno y de las comunidades anfitrionas»

Educativo: a través del turismo cultural se genera un proceso de intercambio de información entre el turista y la comunidad anfitriona. Este encuentro se transforma en un proceso de aprendizaje social y de intercambio cultural.

Político:
el turismo cultural, desde el punto de vista de la planificación, responde a planes, programas y proyectos de desarrollo de alcance internacional, nacional, regional, provincial, comarcal y municipal.

Sobre la base de las consideraciones anteriores se evidencia que el turismo cultural tiene un carácter territorial.

Identidad de La Mancha
Molinos de viento conservados en Campo de Criptana

Carácter territorial del turismo cultural

El territorio, por su composición, se ha convertido en objeto de estudio de las ciencias sociales, sobresaliendo entre ellas, la geografía, la sociología, la antropología, etc. Sobre esta temática han reflexionado también ciencias aplicadas como la arquitectura, el urbanismo, la ingeniería y la agronomía, entre otras.

Lo anterior se evidencia porque existen múltiples autores que han abordado este complejo tema.

Sosa (Sosa, 2012), considera que el territorio debe entenderse «[…] como una construcción integral, dialéctica, compleja, multidimensional y pluridimensional, desde la vida social y sus múltiples y plurales interrelaciones, procesos y dinámicas, donde lo geográfico y ecológico, lo económico, lo social, lo cultural y lo político fueran entendidos como partes indivisibles y en interacción, lo mismo que sus niveles, ámbitos y escalas».

En la definición la autora aprecia el territorio como un sistema complejo, compuesto por partes que interactúan entre sí de manera dinámica formando un todo que es valorado por la población local y reconocido por ella como parte de su patrimonio.

Desde el punto de vista antropológico, según (Capel, 2016) el territorio se concibe «como una construcción cultural donde tienen lugar las prácticas sociales con intereses distintos, con percepciones, valoraciones y actitudes territoriales diferentes, que generan relaciones de complementación, de reciprocidad, pero también de confrontación. Dicha construcción es susceptible de cambios según la época y las dinámicas sociales»

Desde la perspectiva anterior se puede concluir que el territorio:

• Es resultado de una construcción cultural fruto de la interacción dinámica entre actores sociales y de sus prácticas cotidianas. En este escenario se generan valores, tradiciones y creencias.

• Es algo más que un espacio físico (relieve, condiciones ambientales, biodiversidad) es, además la interacción entre los grupos humanos y la naturaleza buscando un equilibrio en el que participan lo económico, lo social, lo cultural, lo político y lo medioambiental.

• Es un escenario que propicia que los grupos humanos interactúen con la naturaleza. Estos son portadores de una cultura, de una identidad cultural y de un patrimonio, construido y reconstruido socialmente en el tiempo.

Los argumentos precedentes permiten afirmar que los bienes que configuran el patrimonio forman parte del territorio en el que se encuentran y en ese sentido, tanto desde el punto de vista de su investigación como de su protección y difusión, deben ser considerados desde la perspectiva territorial.

Los bienes culturales – destaca (Mehdi, 2015)– «se integran en el territorio de la misma manera que lo hacen los elementos paisajísticos y medioambientales, conformando una unidad que es lo que se ha dado a llamar el patrimonio territorial»

El patrimonio territorial se refiere al espacio donde se ha construido, socialmente, unos valores, tradiciones y creencias que forman parte del imaginario popular, se encuentran en la memoria colectiva y tienen su reflejo en las prácticas cotidianas de la localidad, expresándose en valores como la solidaridad, la generosidad, el respeto al otro, etc.

Desde esta óptica cualquier acción encaminada a implementar proyectos de desarrollo turístico cultural en un territorio debe partir del análisis e investigación del patrimonio territorial.

El patrimonio, en su acepción más amplia, le aporta un valor añadido al territorio y lo convierte, potencialmente en un territorio turístico, definido por Fratucci como aquel «donde el turismo se realiza, y donde ocurren las interacciones e interrelaciones temporarias entre el anfitrión y el turista, los cuales tendrán un contacto directo, sin barreras (físicas o simbólicas) entre ellos y el reconocimiento de la existencia del otro, recíproca y simultáneamente»

El territorio se convierte así en el eje central de la actividad del turismo cultural, en él existen recursos turísticos patrimoniales que al transformarse en productos influyen en la toma de decisión del turista a la hora de elegir el destino, motivan el viaje, potencian la actividad turística, favorecen la creación de empleo, la generación de riqueza y contribuyen a la difusión y conservación del patrimonio local.

Conclusiones

El turismo cultural, no debe entenderse solamente como motor económico de desarrollo territorial, sino también como difusor y preservador del patrimonio y la identidad cultural local.

El turismo cultural revitaliza el interés de los habitantes de la localidad por su cultura y patrimonio material e inmaterial, hecho que tiene un reflejo directo en el desarrollo territorial.

La complejidad del turismo cultural se sustenta en su presencia y protagonismo en el territorio a través de los ejes, económico, social, cultural, político, educativo y medioambiental.

La sinergia entre el turismo cultural y el territorio se sustenta en las alianzas estratégicas que sean capaces de diseñar los gestores turísticos y culturales durante el proceso de planificación y puesta en marcha de destinos turísticos culturales.

BIBLIOGRAFÍA:

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Capel, H. (2016). Las ciencias sociales y el estudio del territorio. REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES, Vol. XXI,(núm. 1.149). Recuperado de http://www.ub.edu/geocrit/b3w-1149.pdf

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Perelló y Morére. (2013). Turismo Cultural, patrimonio, museos y empleabilidad. Guia del lector. Fundación EOI. https://doi.org/10.1364/OL.40.002882

Sosa Velásquez, M. Instituto de Investigaciones y Gerencia Política. (2012). ¿Como entender el territorio? Universidad Rafael Landivar. Recuperado de http://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:cBhmWMWu4BsJ:www.rebelion.org/docs/166508.pdf+&cd=1&hl=es&ct=clnk&gl=es

Toselli, C. (2006). Algunas reflexiones sobre el turismo cultural, 4, 175-182. https://doi.org/10.25145/j.pasos.2006.04.012

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